domingo, 14 de marzo de 2021

degustando Francia

 El verano de 1997, lo pase; como en muchas otras ocasiones , en Paris! ,Y asi esperar mi cumpleaños.

Ya para la ultima semana de agosto llego Paco , primero para entender el porque siempre le presumía con tanta reiteración la grandeza de Francia!
Fue esa se mana memorable cuando murió Lady Di así
Despues de un par de días recorriendo la Ciudad Luz , rentamos un auto para ir bajando a la Côte-du-Sud , para instalamos durante una semana en Cannes y asi poder visitar la Provance , en la foto # 1 estamos ( Paco , Algna y yo ) en el Jardín de las Tullerías y en la segunda foto estamos ( Paco y yo ) en un pueblo de Provance ; “Antibes “ , estamos esperando que nos sirvan un Pastise , que es lo recomendable despues de un “juego de petanque”.
Ese mismo dia despues de comer visitamos el maravilloso Museo de Picasso .
La foto#3 ( que hoy me encontré en Instagram) es simplemente para trazar una ruta de cómo terminan las Tullerías coronadas con la Place de la Concorde o plaza Luis XV, ahí el magnifico Obelisco que nos guía por la Rue Royale a la iglesia de la Madeleine , donde asistimos a la misa fúnebre de Laidy Di.





Para terminar la idea un poco de historia que nos lleva a la evolución de la bebida “Pastise “
Cómo sobrevive una bebida acusada de volver loca a la gente a una prohibición de cien años? Descubre en el siguiente artículo la extraordinaria historia de la absenta y conoce su influencia en algunas de las figuras más prominentes de las artes.
La absenta es una bebida alcohólica a base de ajenjo. A finales del siglo XIX se le veía en todos los bares y cabarets de París. Era probablemente el licor más famoso en Europa y el sello distintivo del mundo artístico, que lo consumía en grandes cantidades buscando inspiración y ebriedad.
Esta bebida, que se convertiría en la musa de Vincent Van Gogh y el poeta Paul Verlaine, fue finalmente prohibida porque se le acusaba de volver loca a la gente. Una de las mejores descripciones de los terribles efectos de la absenta en la gente la escribió Emile Zola en su novela L’Assomoire, que presenta una sociedad parisina sumergida en el alcoholismo. Por eso a este licor lo llamaban el “hada verde”, no solo por ese color a hojas de primavera que la distinguía, un verde pálido olvidado en el siglo XX; sino, sobre todo, porque entraba por la sangre hasta el cerebro y desconectaba a sus clientes de la realidad.
En la actualidad, la absenta sigue siendo una bebida de misterio, alrededor de la cual existen varias creencias casi mágicas. Después de todo, es el brebaje que volvía locas a las personas: incluso hay algunos que aseguran que hacía delirar. La prueba de su fama se observa en la gran cantidad de películas, cuadros, canciones y libros que se han hecho en su honor: la película Drácula de Coppola, el libro la Hermana Filomena de los hermanos Goncourt o los tres cuadros llamados Absenta, pintados por Degas, Picasso y Manet. Recordemos, por ejemplo, la canción de Bárbara de 1972 que habla sobre Verlaine y Rimbaud, que bebían absenta como si uno bebiera agua, porque para hacer poemas hace falta más que agua.
Hace cien años la gente creía que los efectos nocivos de la absenta se debían a una molécula del ajenjo que se utilizaban para su fabricación. Sin embargo, no fue sino hasta hace poco que se comprobó que era simplemente el consumo exagerado de alcohol lo que provocaba intoxicaciones etílicas. Mientras no estuvo prohibida, miles de litros de absenta llegaban a la ciudad luz desde el pequeño pueblo de Pontarlier, donde se encontraban más de veintitrés destilerías con tres mil trabajadores y ciento once bares. El pueblo le vendía, al año, más de diez millones de litros de absenta al mundo entero.



Bo