Sahagún describe nuestra cocina
Después casi un año se
nos vuelve a presentar la fecha del 15-16 de septiembre, para la alegría del
pueblo mexicano que tiene la oportunidad de planear algún viaje recreativo o
simplemente descansar de la monotonía laboral. Durante las fiestas patrias, muchos
de nosotros tenemos la oportunidad de disfrutar de la deliciosa gastronomía típica mexicana. Entre algunos de los
platillos que degustamos en estos días se encuentra la birria, los pambazos,
las enchiladas, las carnitas. Pero seguramente me podrán secundar cuando digo
que sobre todo estos, destaca el pozole.
Este
platillo fue documentado por varios de los frailes (algunos peninsulares, otros
criollos o incluso mestizos) que llegaron a la Nueva España años después de la caída de Tenochtitlán. Entre ellos destaca Fray Bernardino de Sahagún, quien escribió sobre el
singular platillo en su monumental obra: Historia general de las cosas de la Nueva España. Podemos afirmar que lo
escribió con repugnancia, ya que los antiguos mexicas preparaban el pozole con carne de los
cautivos sacrificados en algunas fiestas, principalmente la dedicada a Nuestro
Señor el Desollado, Xipe Totec. En dicho festejo, que llevaba el nombre
de Tlacaxipehualiztli, se realizaban los famosos
sacrificios de rayamiento o gladiatorios, donde un guerrero cautivo era
amarrado a un temalacatl (una gran piedra cilíndrica, ej. Piedra de Tizoc, del
antiguo Palacio del Arzobispado o la Piedra del Sol) de la cintura para
enfrentar a los grandes combatientes mexicas (cuauhpilli y ocelopilli) armados
hasta los dientes. Después de ser muerto, el cautivo era desollado y
desmembrado para su consumo. El muslo derecho siempre iba al palacio del Huey Tlahtoani, para expresar
agradecimiento y respeto. Según comentaban los cronistas de Sahagún, los muslos era la parte
donde se encontraba la carne con mejor sabor y textura. El muslo izquierdo y
ambos brazos eran propiedad del guerrero que había capturado a su enemigo en
batalla. Aunque él no los podía consumir, ya que desde la cosmovisión mexica el
capturador se volvía su padre y el capturado su hijo. Sus familiares,
compañeros de armas, los líderes del calpulli se disponían a comerlo en un gran banquete. Es
importante aclarar que entre los mexicas existía la antropofagia ritual, en
otras palabras, el consumo de carne humana con fines religiosos. Dicho
privilegio estaba segmentado a grupo selecto de la gran población de Tenochtitlán, los nobles, los gobernantes, los guerreros y
los teteuctin (señores). Cuando se llevaban a cabo estos rituales Sahagún
comenta que la carne humada para consumo nunca era asada, sino hervida.
La antropofagia ritual humana. Códice Florentino
Una de las formas
más comunes de consumir la carne humana era en el pozolli, palabra que en náhuatl significa espumoso o
hervido (espuma se dice apotzontli, potzonalli). Desde tiempos de la Excan Tlatolloyan
(Triple Alianza) se usaba una variedad de maíz que en la actualidad le llamamos cacahuacintle,
cuya principal característica es el gran tamaño de sus granos.
Para la preparación del pozole, primero se precocen los granos
de maíz en agua con cal (50 mgs de cal, 5 litros de agua y un kilo de maíz).
Cuando suelta el primer hervor es retirado del fuego para dejar reposar toda la
noche. Este proceso tiene la finalidad de retirar más fácilmente la dura
cobertura de los granos del maíz. Al día siguiente se frotan los granos de maíz
para literal “despellejarlos”. Luego se quita la cabecita de cada grano.
Posteriormente se coloca en una gran vasija/olla la carne, ya fuera humana, de
cerdo de guajolote o pollo junto con los granos precocidos para que hierva por
varias horas hasta que el maíz estalle. Los antiguos mexicas decían que se
transformaban en flores blancas.
Este platillo
típico mexicano se acompaña con rodajas de rábano, lechuga rayada, aguacate,
tostadas de pata o de crema con queso. En la zona de Guerrero es
típico que se le agregue chicharrón. Para resaltar su sabor se le agrega chile
piquín molido y el famoso orégano. Me tomo el atrevimiento de mencionar que se
han encontrado restos de este condimento en los complejos habitacionales
teotihuacanos (Escalante Gonzalbo, Pablo et al., Historia de la Vida Cotidiana
de México tomo I, Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España), de
la misma forma que el epazote.
Debido a la aberración que le
causó a lo europeos la antropofagia ritual que se practicaba entre los nahuas,
decidieron importar gran cantidad de cerdos ya que los indígenas decían que su
carne era muy parecida en sabor, textura y cantidad de grasa que la del humano.
Este es una de las principales razones por las que México es
uno de los países a nivel global donde se consumen más cerdos.
Dato Arqueológico:
En la zona arqueológica de Tecoaque Sultepec ubicada cerca de Calpulalpanen el actual estado de Tlaxcala hay
muchas evidencias de antropofagia ritual, incluso de los europeos liderados por Juan Yuste no
se salvaron de dicho destino. Sus osamentas nos narran el horrible final que
tuvieron, ya que fueron sacrificados y posteriormente hervidos para ser
consumidos. ¿Cómo sabemos esto? Porque en ellos hay marcas de navajillas de
obsidiana que fueron usadas para retirar su carne. También fueron alterados por
las altas temperaturas a los que fueron expuestos al ser hervidos. Finalmente
sucede algo similar con una niña otomí, la cual fue desmembrada viva para
después ser devorada (imagen). Sus huesos los reunieron
posteriormente para ser enterrados junto con ofrendas votivas relacionadas con
las deidades del pulque como Ome Tochtli y Tepoztecatl. Curiosas son las
vasijas en forma de maguey que la acompañaron en su entierro. Esto no se
realizaba por motivos de crueldad, sino para emular el mito relacionado con las
bondades del pulque relacionado con la deidad Mayahuel y Quetzalcoatl.